Reino Unido y la evidencia
Reino Unido y la evidencia destapan un nuevo
fracaso de la vacunación en Europa
Por
Pedro
Ruiz
El lento, e irritante, avance de la vacunación
en España, y Europa, presenta una serie de riesgos importantes. En
primer lugar, el alto número de personas que mueren
directamente por el efecto del virus. En segundo lugar,
porque hay otra parte importante de defunciones de forma indirecta,
dado que los hospitales están saturados para realizar operaciones o
tratamientos. Por último, la enorme crisis económica que está
dejando y amenaza con extender. Mientras el desastre se consuma,
también lo hace la evidencia que respalda la decisión de
extender el plaz para poner la segunda vacuna.
Hasta España han llegado apenas 4,5 millones de dosis desde el 27
de diciembre. Una cifra ridícula, incluso para lo esperado, pero que
todavía queda en menos al tener que dividirse en dos pinchazos
diferentes. Del total, algo más de 1,2 millones han sido segundas
dosis que bajo el discurso oficial ya son “personas
inmunizadas”. Pero esas cifras tienen otra lectura
complementaria, como si fuera una moneda con sus dos caras, y es que
en este tiempo se han dejado expuestos a 1,2 millones de
personas, en su mayoría mayores, que podrían haber recibido una
primera dosis.
Una exposición, además, que se ha producido en uno de
los peores momentos de contagios en España desde que
comenzó la pandemia. En otras palabras, que podría haber salvado
muchas vidas o quizás no, ya que los vacunados podrían haberse
infectado de no recibir esa dosis. Entonces, ¿Cuál es la
decisión acertada? Por desgracia, parece que, en Europa,
una vez más, nos estamos equivocando. De hecho, los datos iniciales
ya alertaban de ello. Así, el Gobierno proporcionó una tabla en
referente a la vacuna de Pfizer y Biontech en la que
se indicaba que la eficacia de una única dosis para reducir
los casos graves era del 88,9% frente al 94,6 de media con
dos do
EL
FALSO DILEMA DE LA INMUNIDAD
Los datos iniciales, unido a la evidente falta de dosis para la
población, provocó que algunos países priorizaran alargar
los plazos para proteger al mayor número de personas. La
decisión que subyace a ese movimiento, que ejecutó Reino Unido o
Dinamarca, se basa en la equívoca idea general del concepto de
inmunidad. De hecho, una sola dosis puede inmunizarte, mientras que
dos no lo hacen, simplemente es un juego de porcentajes.
Así, el verdadero significado es que de cada 100 personas
con dos dosis puestas cerca de cinco no estarán inmunizadas,
mientras que con una solo dosis serían hasta 12.
El hecho de poner esa segunda dosis lo que consigue es que el
porcentaje de casos de éxito, para reducir los casos graves, crezcan
en como máximo seis por cada 100. Mientras, que dedicar esas
dosis a 100 nuevos ciudadanos puede inmunizar a otros 89 de media.
La diferencia tan abismal es la que animó a Reino Unido a alargar
las dosis en el caso de la vacuna de Pfizer y Biontech. Pero no solo
con dicho antígeno, sino que también se está haciendo con la de
AstraZeneca, dado que presentaba unas
características similares.
Reino Unido tomó la decisión en base a los datos preliminares y
el resultado ha sido un espaldarazo a su causa. Un estudio realizado
en Escocia y publicado recientemente encontró que la vacuna
de Pfizer y BioNTech redujo la tasa de hospitalización en un 85%
entre los 1,1 millones de personas a las que se hizo el seguimiento.
En el caso de la vacuna de AstraZeneca hasta un 94% de los
participantes no tuvieron que ser ingresados. Todo ello, pese a que
el estudio solo incluía participantes con una sola dosis y durante
un plazo de cuatro semanas.
LOS DATOS DE VACUNAS DE REINO UNIDO CON UNA DOSIS SON SÓLIDOS
Los datos de Inglaterra muestran un desempeño similar. Así,
el número de muertes diarias por covid-19 alcanzó su punto máximo
el 22 de enero en 1,164, y desde entonces ha caído un
64%. El descenso ha sido mayor entre los ancianos, lo
que pone de relieve el acierto de extender las dosis para llegar a
más gente. De hecho, las defunciones se han reducido en un
66% entre las personas de 85 años o más, en un 62% entre las de 65
a 84 años y en un 60% entre el resto de la población,
según se puede observar en un gráfico recientemente publicado por
The Economist. Unos datos que “no parecen ser
una casualidad estadística”, advierte el medio.
Antes de todo esto, la Organización Mundial de la Salud
ya aconsejó seguir este procedimiento a principios de enero para
compensar el bajo volumen de dosis disponibles. Ahora, los
datos de Reino Unido lo atestiguan. Además, un número creciente de
científicos lo piden también. Recientemente, los doctores Danuta
Skowronski, jefa de Epidemiología de Influenza y Patógenos
Respiratorios Emergentes del British Columbia Centro de
Control de Enfermedades de Canadá, y Gaston de Serres,
epidemiólogo del Instituto Nacional de Salud Pública de
Québec, instaron a los gobiernos a retrasar la puesta de la segunda
dosis de la vacuna de Pfizer
Por su parte, los últimos estudios también han demostrado que la
vacuna de AstraZeneca puede retrasarse aún más en el tiempo. Así,
un equipo de la Universidad de Oxford dirigido por Andrew
Pollard descubrieron que la vacuna de AstraZeneca
era más efectiva, protegía a más gente, a medida que la brecha
entre las inyecciones era más larga. De hecho, en los datos
recogidos, de más de 17.000 personas, comprobaron que ese porcentaje
era del 55% cuando el segundo pinchazo se recibía a las seis
semanas, mientras que alcanzaba el 81% cuando habían transcurrido
más de 12 semanas.
¿POR
QUÉ DOS DOSIS?
La pregunta una vez llegados aquí es por qué las
farmacéuticas daban esos plazos. La respuesta no es
sencilla, dado que contiene muchos factores, aunque principalmente se
podrían resumir en dos. El primero son las prisas. Al fin y al cabo,
la velocidad a la que se han desarrollado las vacunas implicaban
plazos más cortos. Así, si en lugar de poner la segunda dosis a los
21 días se hubiera puesto a los 42, la aprobación se podría
haber alargado un par de meses más. Aun así, las firmas
siempre han defendido plazos flexibles para el segundo pinchazo que
fechas límites.
El segundo factor se refiere al nivel económico y de prestigio.
Una segunda dosis de refuerzo permite arañar al alza en el
nivel de eficacia de cara a una carrera por ser la que presenta unos
resultados mejores. Además, les ofrece a las farmacéuticas
un cable de seguridad en el caso de que los resultados no fueran tan
buenos. Por último, parece evidente que vender dos dosis
siempre es más rentable que una solo. Al final, con los
tiempos tan cortos con los que han trabajado las firmas, la segunda
dosis era una apuesta segura. También porque muchas vacunas
necesitan una dosis de recuerdo, es una práctica muy utilizada, pero
aquí no entre el debate de sí es o no necesaria en el largo plazo,
que es que sí, sino aplazar los tiempos para llegar a más gente.
Pero a medida que pasa el tiempo, y con él aparecen datos más
contrastados, las decisiones se pueden amoldar. La
investigación de Pollard y su equipo ha terminado por encontrar la
respuesta de los Gobiernos. De hecho, el tiempo medio para
el segundo pinchazo de la vacuna de AstraZeneca en España, y Europa,
ya está planeado para entre las 10 y las 12 semanas. Aunque, por
otro lado, los hallazgos respecto a alargar los plazos para la
segunda dosis de Pfizer o Moderna todavía sigue visto en el viejo
continente como una herejía. Quizás porque obligaría a la UE, y a
la propia EMA, a reconocer que se han equivocado de nuevo y, a su
vez, que su ahora principal archienemigo, Reino Unido, llevaba razón.
Una confesión impensable.